El arte siempre fue un hilo invisible que acompañaba a Michael Davis. Desde 2004 exploraba la fotografía y el diseño como quien descubre un nuevo idioma. En 2006 abrió su primer estudio físico en Maracay, una oficina grande y vibrante que se convirtió en un punto de encuentro para creadores y soñadores. Allí compartió procesos con amigos que luego marcarían la cultura venezolana, como Tyrone González —el mundo lo conocería como Canserbero—.

Con el tiempo, esa etapa se cerró. En 2015 Michael salió del país y en 2018 regresó a Venezuela. En enero de 2019 llegó a Caracas sin dinero, sin estabilidad, pero con un deseo enorme de crecer. Consiguió trabajo en una agencia de publicidad, aunque vivía en un hotel y cargaba más incertidumbre que certezas.

En medio de esa soledad, solo un amigo estaba cerca: Ahuner, quien lo acompañó en todo el proceso. Viendo el cansancio de Michael, un día le dijo: —¿No tienes fe? Ora por lo que quieres.

Esa noche, Michael se encerró en el baño del hotel. Allí, de rodillas y en silencio, habló con Dios. No pidió poco: pidió un lugar propio, un espacio para crear, un sitio donde la libertad, el arte y la presencia de Dios pudieran encontrarse.

“Mi apartamento no solo fue un hogar, fue el altar donde nació MDavis Studios. Todo lo demás vino después: la fe, la constancia y la certeza de que Dios responde.”

— Michael Davis

Un día, el hotel donde se hospedaba cerró inesperadamente. Michael llegó con sus maletas a la oficina. Una compañera de trabajo, al verlo, le preguntó: —¿Te vas de viaje? Michael respondió con cansancio: —No, cerraron el hotel donde me estaba quedando.

Esa compañera, junto con otro colega, lo ayudaron a encontrar rápidamente dónde pasar la noche. Días después, en una conversación casual con sus amigas, salió el tema del “muchacho de las maletas”. Una de ellas reaccionó sorprendida:
—¿Michael Davis? Yo lo conozco desde 2005.

Con esa seguridad, pensó en armar un pequeño estudio casero.
Pero otra vez Ahuner lo retó:
—¿Acaso no tienes fe? Ora por lo que de verdad quieres.Michael obedeció, y en septiembre de ese mismo año, en medio de una pauta, Dios abrió otra puerta.

Mientras hablaban de fotografías de productos, el cliente mencionó un cuarto disponible. Michael, con determinación, le respondió: —Hermano, yo estoy buscando un espacio. El cliente lo miró y contestó:
—Yo tengo una oficina en El Rosal. ¿Quieres verla?

Ese mismo día dijo que sí. Y al recibir las llaves, levantó un pacto:
—Padre, este espacio es tuyo. Cada persona que entre aquí conocerá de tu gracia y de tu misericordia.

Comenzaron entonces ocho meses de trabajo intenso. Martillos, clavos, polvo, noches sin dormir y manos llenas de pintura. En abril de 2020 llegó la pandemia, pero eso no detuvo la obra. Porque MDavis Studios no nació de la comodidad, sino de la fe y la constancia. Los años que siguieron trajeron luchas y victorias, personas que sumaron y otras que restaron, pero siempre con la protección divina cubriendo cada rincón. Poco a poco, el estudio se consolidó como un refugio creativo: un lugar donde artistas y soñadores encontraron luz.

Hoy, en 2025, MDavis Studios no es solo un espacio físico. Es un testimonio. Se han contado historias a través de la fotografía y la música, se han creado proyectos que parecían imposibles. Y lo que comenzó como una oración en el baño de un hotel hoy late en el corazón de Caracas como un faro de fe y arte. Ahora se acerca una nueva etapa: MDavis Studios 2.0. Y con ella, la certeza de que lo mejor aún está por venir. Porque todo lo que nació de la fe y el amor, seguirá creciendo.

-Michael Davis