Desde el corazón del sur, directo desde Texas...
Hace poco estuvimos en el SXSW, ese encuentro de almas creativas que transforma las calles de Austin en un río de música, ideas y energía. Tuve la bendición de acompañar a Gabylonia una vez más, no solo como fotógrafo o representante… sino como esa voz que a veces no se escucha, pero que siempre está. Como un tambor que no suena fuerte, pero marca el pulso desde adentro.
Volver por segundo año consecutivo fue algo especial. Pararse en ese escenario es más que un show. Es llevar una historia, un mensaje, algo real que vibra con la gente. Y así lo vivimos.
Cuando bajamos del escenario, el día no había terminado. El universo, con su forma misteriosa de alinear caminos, nos llevó al show de Mozart La Para. Lo vimos entregarse a su música, auténtico, liviano y fuerte a la vez. Y luego, como si la noche misma quisiera seguir cantando, compartimos un rato en el camerino.
Fue una conversación sin pretensión, como si ya nos conociéramos. Entre palabras sencillas y sonrisas sinceras, nos invitó a pasar al hotel donde se quedaba. Y allí, entre la calma de la madrugada y el eco de las risas, le dije tranquilo:
—“¿Te gustaría hacerte unas fotos?”
Él, sin pensarlo mucho, sonrió:
—“¿De una?”
Y yo le dije:
—“Claro.”
No hubo más que eso. Busqué un sofá, lo moví al centro del pasillo… la luz era la que había. Y en menos de quince minutos, ya estábamos riéndonos de lo espontáneo, de lo simple y bonito del momento. No hubo poses. Solo fue dejarse llevar.
Las fotos que ves acá nacieron así, como nacen las mejores cosas: sin presión, sin plan, solo estando presentes.
Porque al final, como dice la música de Marley, “one good thing about music, when it hits you, you feel no pain.”
Bob Marley
Y esa noche, lo que sentimos fue puro gozo.